Hay dos cosas que tienes que saber de mí. La primera es que soy incapaz de hacer algo que no me apasiona y por eso he convertido mi pasión en mi trabajo. Y la segunda es que adoro mi tierra. Soy más asturiana que la sidra (que confieso no sé escanciar pero degusto con mucho arte).
Nací en Gijón el mismo año en que Michael J.Fox regresaba al futuro en un Delorean. Desde muy pequeña supe que quería ser actriz, pero me daba terror exponerme. Hasta que un día decidí hacerle caso a la niña que llevo dentro y luchar por mi sueño.
Podría contarte que desde entonces he vivido en distintas ciudades, me he convertido en locutora, actriz de doblaje, he montado mi propio estudio de grabación y mi propia productora cinematográfica y he trabajado delante y detrás de las cámaras, pero todo eso está en mi LinkedIn.
Lo que no leerás en él es que que cada NO que he recibido en mi carrera me ha hecho más fuerte. Gracias a esto, soy la actriz que soy.
¿Qué tipo de actriz soy?
De las obsesivas (pero en el buen sentido de la palabra). Cuando estoy en un proyecto, el personaje va conmigo las veinticuatro horas del día. Lo investigo y analizo en cada acción: cómo camina, cómo se despierta, cómo se relaciona, cómo respira…
Mis profesores y quienes han trabajado conmigo me definen como una actriz emocional, con escucha, generosa con mis compañeros, empática y comprometida. También dicen que soy adicta a la memoria sensorial (y yo no lo puedo negar).
Un olor: un pinar.
Un sabor: la parmiggiana.
Un sonido: el Mar cantábrico.
Una imagen: el cielo azul.
Una sensación: las sábanas al despertar.